Hablar de “límites” no es un slogan que venda. Por el contrario, el top ventas suele ser “cumple tus sueños, sé tú mismo, saca la mejor versión de ti mismo, los únicos límites son los que tú te marcas”, etc.
Sin ser aguafiestas, me gustaría hacer frente a un cierto romanticismo egoplatonico: conocer los LÍMITES personales es un valor que evita fugas de energía interior. Esto es esencial en algunos momentos especiales.
En el comienzo de un nuevo proyecto personal o profesional: poner toda la carne en el asador conduce a la ansiedad.
Proyectar una imagen trucada de como soy y no querer defraudarla nos hace vivir en continua tensión; conduce a la frustración.
No puedo hacer todo lo que quiero por muy beneficioso que sea. Conduce al stress.
Conocer los límites con realismo y sentido positivo. Darlos a conocer con claridad a quien nos acompaña (en lo personal y profesional) distensiona nuestra mente y corazón, y suma calidad de vida.
Es una línea muy fina la que separa darlo todo y romperse. Para distinguirla sin exponernos conviene tomar perspectiva desde la distancia. Para ello nada mejor que pedir consejo y reflexionar sobre ellos.